Director de la agencia Servicios Agecom

Contrario a lo que sostiene la mayoría, hay quienes se atreven a pensar que Venezuela, por más razia que sufra, por más horadada que esté, por más ultrajada que haya sido, desde las épocas de las capitanías, más el periodo independentista, incluyendo los Triunviratos, así como las I, II y III Repúblicas, más la Gran Colombia, las hegemonías, autocracias, democracias y dictaduras, todo el lúgubre sumario de sistemas políticos, no hace que la nación de soñó Simón Bolívar, se vaya al garete.
Y no es que el quiebre institucional le sienta bien, o que la espléndida corrupción que corona el actual sistema de gobierno, presidida por Nicolás Maduro, le asegura un futuro halagüeño. Después de todo, los ciclos son eso; momentos de altas y bajas, las cuales se sostienen en el tiempo de acuerdo con los resabios de quienes dominan el poder.


El empresario venezolano, nacido en La Guaira, George Burguillos, director de Servicios Agecom, agente aduanal, fundada en 1978, entiende que el deseo y el temor gobiernan al mundo, pero la Venezuela que se imagina, por la que trabaja intensamente, sin las alharacas típicas de los populismos políticos, le urge en estos momentos lo que él denomina un toquecito de pacificación. Sí, su optimismo reinante es genuino, porque, como dice el habla, después de la tempestad viene la calma, pero hay tempestades envolventes, que tramitan un pasaporte a la inmortalidad y eso, no existe.


“Es lo que necesitamos, paz y garantías, porque, con qué emoción vas a montar ahorita un negocio en Venezuela, ya que se supone que debes estar enchufado, porque de lo contrario, te cae desde el Sebín, hasta el Seniat. Venezuela es un país condenado al éxito”, señala, lejos del cinismo que pudiera despertar su derroche de optimismo, y esa luz que no deja de percibir más allá de la oscura realidad que exhiben los 916 445 km² del territorio venezolano.


Burguillos ha sido un experto en aduanas durante más cuatro décadas, de modo que conoce bien los manejos de la importación y exportación, y además, fue el creador de Domesa Internacional, y de los primeros Courier que existieron en Venezuela. Reconoce que el negocio de la aduana en Venezuela es un negocio básico, un país petrolero, con muchos minerales, que no produce lo suficiente para autoabastecerse.


“Hace 40 años los aranceles de importación estaban entre 80 y 100% de impuesto. Eso lo hicieron los gobiernos anteriores para proteger la industria nacional, pero hemos sido avariciosos cuando fabricamos un zapato, y le damos el doble o más. No tenemos el margen de ganancias normal, típico como otros países; y al tener esas ganancias, desangras al consumidor, y haces que sea muy apetitoso comercialmente importar”.


La critica al modelo aduanero venezolano ha sido, en algún sentido, una inquietud en Burguillos, no para destrozar lo que existe, sino para mejorar el orden de las cosas. Sostiene que, ciertamente, el estado actual permite el contrabandeo, el cambio de códigos arancelarios para obtener beneficios fiscales, pagar menos impuestos, y todo coadyuva para que la importación sea un gran negocio.
“Luego vinieron otras modalidades”, enfatiza Burguillos. “Por ejemplo, el control de cambios, se creó Recadi, Cadivi, y se volvió más apetitoso importar, porque, lejos de que la gente subfacturaba para pagar menos impuestos, la modalidad fue que en general, se hacía eso para tener un beneficio, no de importación, sino para adquirir divisas”.


Destacó que el problema político en Venezuela ha traído caos en la frontera con Colombia, en especial en el gobierno de Duque, “con Petro, es otra cosa. Veamos la parte buena”. ¿Cómo queda las relaciones con el resto del mundo? Admite que las sanciones, la que Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, señala como 765 medidas coercitivas unilaterales, golpea directamente el pueblo venezolano.
“Estoy de acuerdo con las sanciones a los funcionarios, no a la población. Se ha destapado una economía en Venezuela donde la gente dejó de limitarse a importar cosas suntuosas, se reactivaron los restoranes, hoteles. Dinero que viene del mismo gobierno”.


Burguillos insiste en que hay que detener la pelea interna. Llama a una auténtica negociación. “Hay que sentarse a negociar de verdad. El daño que han hecho no es para olvidarlo, pero entonces, qué hacemos. ¿Seguimos con el daño o negociamos? “.