Los panameños acuden a las urnas este domingo desde temprano para escoger al nuevo presidente por los próximos cinco años en unas elecciones dominadas por la inhabilitación del expresidente Ricardo Martinelli y cuyo sustituto en la boleta llega como el favorito en las encuestas.
Con el sol estrenándose en la jornada, los primeros votantes empezaron a llegar a los centros de votación pasadas las 7.00 de la mañana, en uno de los procesos electorales más intrincados en la historia reciente de Panamá. Las casillas en las más de 7.574 mesas en todo el país estarán abiertas hasta las 16.00 de la tarde (2100 GMT).
El candidato que resulte ganador tendrá que lidiar con los grandes desafíos de la migración por el Tapón del Darién, la crisis del agua en el Canal de Panamá y dificultades económicas.
Reacciones de panameños tras votar en las elecciones
“Aquí tenemos dinero, este es un país que tiene mucha plata, pero necesitamos un líder que piense y se dedique realmente a los intereses de Panamá», defendió desde temprano Juan José Tinoco, un transportista de 63 años, que reconoció haber dado su apoyo a José Raúl Mulino, el candidato puntero en las encuestas.
Mulino, que votó pasadas las 9.00 de la mañana tras ser recibido en el centro de convenciones de Atlapa al grito de de “se siente, se siente, Mulino presidente”, reemplazó en la nómina de los partidos Realizando Metas y Alianza al exmandatario Ricardo Martinelli, luego de que se confirmara una condena de más de 10 años de cárcel en su contra por blanqueo de capitales.
No obstante, el aspirante favorito en las encuestas de intención de voto, estuvo a punto de quedarse fuera de la pugna electoral por una demanda que buscaba declarar su postulación como inconstitucional.
Hasta el viernes en la madrugada, la Corte Suprema no se pronunció para mantener a Mulino en la pugna presidencial y rechazar la demanda que consideraba que su candidatura no era legítima porque no fue elegido en una primaria y que se presentaba sin acompañante en la boleta.
Aunque no pudo participar en la elección, Martinelli llegó a dominar gran parte del proceso, haciendo campaña a favor de su excompañero de fórmula desde la embajada de Nicaragua, donde se refugió en febrero después de recibir asilo político.
Mulino ha aprovechado su conexión con el expresidente. Rara vez se lo ve sin su gorra azul “Martinelli Mulino 2024” y ha prometido ayudar a Martinelli si es elegido.
“Todo el mundo decía si (Martinelli) corre, gana”, dijo en entrevista con The Associated Press Ragnhild Melzi, vicepresidenta de Programas Públicos y Relaciones Corporativas de Americas Society/Council of the Americas en Nueva York. “Mulino es el sucesor y creo que se beneficia de lo que tenía Martinelli, de lo positivo que una parte muy grande del pueblo panameño le veía. El dinamismo que hubo”.
Entre las primeras personas que fueron a votar a la escuela, estaba Tinoco el conductor de un autobús para turistas que asegura que su negocio hacía mucho dinero cuando gobernaba Martinelli y que votó por Mulino con la esperanza de que vuelva ese dinamismo.
“Necesitamos cambiar al presidente y que sea alguien que esté cerca del pueblo, que se preocupe por los problemas, por la situación que vivimos económica; ahora mismo no está bien. Tenemos problemas de salud, educación, de basura en las calles… Y la corrupción, que no se escapa”, declaró al entrar a votar en una escuela pública de barrio popular de Boca la Caja, que está en medio de rascacielos de la capital panameña.
Yénesis Soto, de 18 años, votaba por primera vez. Iba con su madre y aunque no dijo por quién votó, si quiere que el presidente sea “alguien que no robe más” y «que cuide nuestras calles de los delincuentes”. Boca la Caja es un barrio afectado por delincuencia, el tráfico de drogas y los robos.
“Tenemos problemas con la economía, trabajo y la salud que nos ha llevado a un momento de crisis”, reclamó por su parte Carmen González, una ama de casa de 56 años que llegó a votar con su madre Manuela, de 81 años. «Esperemos que todo esto sea para el bien. Espero que el próximo presidente haga las cosas bien que cumpla cada una de las promesas”. Su apoyo fue para Ricardo Lombana, uno de los tres que va detrás de Mulino y el primero de los candidatos que acudió a votar el domingo en el mismo centro de convenciones de Atlapa.
Lombana y Rómulo Roux, quienes vuelven a presentarse en una elección después de haber terminado detrás del ganador de los comicios de 2019, el presidente saliente Laurentino Cortizo, se disputan el segundo puesto en las preferencias de las encuestas con el expresidente Martín Torrijos (2004-2009).
“La elección de Panamá será una de las más complejas de su historia moderna. La votación está marcada por una mayor fragmentación política y descontento social bajo el presidente saliente Laurentino Cortizo”, indicó Arantza Alonso, analista senior para América de la firma de consultoría estratégica y riesgo Verisk Maplecroft con sede en Bath, Inglaterra.
En un análisis enviado a AP, Alonso refirió que una encuesta de principios de abril mostró que casi una cuarta parte (23%) de los ciudadanos estaban indecisos o poco inclinados hacia alguno de los aspirantes, lo que indica “los bajos niveles de satisfacción de los panameños con los candidatos ofrecidos”.
“Desde las 5.30 de la mañana he estado prácticamente de escuela en escuela movilizando gente tanto que trabaja en mesa como que van a votar”, reconoció Emanuel Romero, conductor de Uber de 68 años. “Si queremos más de lo mismo, que es corrupción y deterioro del país, votemos por las mismas personas; yo voy a votar por una persona independiente. Confío que hará las cosas de una mejor manera para poder salvar el país”.
Mulino ha ofrecido marcar el comienzo de una economía próspera como la que se vio durante el gobierno de Martinelli (2009-2014) y detener la migración a través del Tapón del Darién, las peligrosas selvas que unen Colombia y Panamá y que fueron atravesadas por medio millón de migrantes el año pasado.
Su mensaje resonó en muchos votantes cansados de la clase política del país, donde se escenificaron protestas masivas el año pasado contra un contrato gubernamental con una mina de cobre que, según dijeron, ponía en peligro el medio ambiente y el agua en un momento en que la sequía se había vuelto tan grave que restringió el tránsito comercial a través del Canal de Panamá.