“Admiro su lucha por la libertad de Venezuela”,manifestó.

Leocenis García ha llegado a Madrid procedente de Washington, donde es conocido por su lobby a favor de Occidente y en contra de aquellos a quienes considera sus enemigos en América Latina, como Rusia, China e Irán.

García estará en Torrelodones, un municipio de clase media-alta en Madrid que el Partido Popular ha recuperado después de 10 años en manos del populismo de izquierda.

Almudena Negro, una de las figuras emergentes del Partido Popular y alcaldesa de Torrelodones, ha escrito el prólogo del libro “La Rebelión de los Tejones”, que García escribió en prisión y que es una crítica al colectivismo socialista y socialdemócrata.

Aquí el prólogo

Corría el año 2017 cuando cayó en mis manos “La rebelión de los tejones”, el libro escrito en prisión por un liberal venezolano, al que apenas conocía a través de la red social Twitter, que disentía del régimen del socialismo del siglo XXI impuesto por Hugo Chávez primero, por Nicolás Maduro después. Esa primera edición, nacida en la temible y lúgubre “Tumba” del SEBIN, fue prologada por el General Raúl Isaías Baduel y el opositor Yon Goicoechea.

Años después de aquello no solo conozco personalmente Leocenis, sino que admiro su batalla por la libertad de Venezuela. Una batalla complicada, porque no son pocos los enemigos que acechan. Me refiero a esos que desprecian a Leocenis por haberse mantenido firme, contra viento y marea, contra socialistas y socialdemócratas, en las ideas liberales que ellos no comparten. Pero que son las ideas que están llamadas a triunfar, porque solo el liberalismo respeta la naturaleza humana, no prometiendo paraísos inalcanzables en la tierra.

La segunda década del siglo XXI, cuando “La rebelión de los tejones” vio la luz, eran tiempos muy convulsos en Venezuela. Las ciudades se inundaban de protestas contra Nicolas Maduro. Cuatro años antes había fallecido a causa de un cáncer el tirano Hugo Chávez, por el cual los totalitarios españoles de Podemos y Más País, como Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero o Iñigo Errejón, lloraban “lágrimas de Orinoco”.

Eran los que habían asesorado, desde la Fundación CEPS al finado sobre cómo acallar a la oposición, que era sistemáticamente perseguida, expropiada y encarcelada. Eran los años de las grandes manifestaciones contra la crisis constitucional causada por la desaparición de la separación de poderes, el desempleo desbocado, la retirada de la inmunidad a los diputados o la inflación por encima del 500% y que sumía a la sociedad venezolana, esa sociedad que antaño vivió en democracia, en la pobreza.

Fue el año en que el gobierno bolivariano retiró a Venezuela de la OEA. Delcy Rodríguez, quien luego fuera causa de un gran escándalo de corrupción en la España de Pedro Sánchez, conseguía situar a Venezuela en la peor situación de su historia en cuanto a relaciones exteriores. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) exigía la destitución de los magistrados de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, así como la convocatoria de elecciones libres y la rehabilitación del entonces gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles.

En mitad de todo aquel terrible caos, con buena parte de la oposición jugando a la socialdemocracia que, indefectiblemente, da lugar a gobiernos populistas como el venezolano, “La rebelión de los tejones” suponía una bocanada de aire fresco para una liberal convencida, cual es mi caso. Una bocanada de libertad exhalada desde la falta de ella. Doble mérito. Porque lo sencillo es doblegarse y mirar hacia otra parte. Hacen falta convicciones férreas para mantenerse firme frente al tirano.

Leocenis García señala en estas páginas que tiene entre sus manos, al modo y manera de la autora rusa nacionalizada estadounidense Ayn Rand, que el socialismo y la socialdemocracia son la misma cosa. De hecho, la socialdemocracia es en Occidente la gran responsable de la infantilización actual de las sociedades. Y solo gracias a dicha infantilización, de décadas de falta de control sobre el poder y difuminación de la separación de poderes, es posible avanzar en el camino del populismo autoritario de Laclau, solo en sociedades enfermas de irresponsabilidad es posible la vuelta a gobiernos autoritarios, el desprecio a la separación de poderes y el pisotear el imperio de la Ley.

Solo en sociedades carcomidas por el colectivismo, que convierte a los individuos en miembros de bandas que luchan entre sí por hacerse con la riqueza del país, es posible la pérdida de prosperidad y bienestar que supone la libertad.
“La rebelión de los tejones” es también una interesante llamada a la juventud. Esa juventud que busca tener el futuro que no se encuentra jamás bajo los colectivismos, sean del signo que sean. Esa juventud que hoy vive la expansión en todo Occidente de las ideas totalitarias, utópicas, que ya fracasaron el siglo pasado y que están renaciendo de la mano de los de siempre bajo el disfraz de bioideologías, que operan como verdaderas Ersatzreligionen.

En Venezuela han visto, como lo vieron los jóvenes polacos de los años ochenta del siglo XX, las consecuencias del colectivismo. De ahí que sean ellos, miles de jóvenes venezolanos, los que practiquen una feroz crítica hacia las utopías. Utopías que, diría el periodista francés Jean François Revel actúan siempre como eximente intelectual, práctica y moral.

A lo largo de todo el libro queda patente una idea central: se puede encarcelar a una persona, pero no sus ideas, su ansia de libertad. Es algo que no comprendieron los totalitarios del siglo XX cuando vieron, asombrados, cómo la gente derrumbaba en 1989 el Muro de Berlín buscando libertad para liderar sus vidas, sin políticos que les dijeran no sólo cómo debían de vivir, sino lo que debían de pensar.

Toda la ingeniería social hecha añicos en un momento. “Open this gate…¡tear down this wall!”, había solicitado el presidente Ronald Reagan en 1987 en Berlín a Gorbachov. Dos años después fue derribado. El socialismo, aunque le duró poco, quedó perplejo. El socialismo real había fracasado, tenían que disfrazar su totalitarismo bajo otros ropajes. Lo hicieron. De ahí el Foro de Sao Paulo (1990) o el Grupo de Puebla (2019).

Contra el socialismo del siglo XXI, que tanta influencia está teniendo hoy sobre España, solo cabe una receta: la defensa numantina y sin complejos de la libertad de mercado, la propiedad privada y los derechos individuales.
Y es en este libro, que rezuma libertad, en el que se ofrecen las soluciones al desastre en que se han visto inmersos los venezolanos.