“¡ No hemos dejado ninguna huella de virtud/ pues nos hemos consumido en nuestra maldad” Sab. 5:13

Por Miguel Àngel Paz

      Son muchas las acepciones semánticas utilizadas en el término "bien". Para los creyentes cristianos, tiene una clara definición de lo que expresa y no es màs que la difícil búsqueda y conquista de la perfección, dotada de buenos propósitos, pensamientos y accionar en la vida, en cuya fugaz transitoriedad, debemos conducirnos con rectitud,  integridad, condescendencia, tolerancia, respeto y amor a nuestros semejantes.

 El mal no es solamente la negación y oposición al bien, pues en esta ocasión no se distingue de la nada al no ser más que la privación de algo que debería tenerse. Puede ser físico, moral y metafísico, concebido por el filósofo alemàn, Gottfried Leibnz para calificarlo como la privación de un bien no debido, por ejemplo la omnipotencia en el ser humano que no es otra que la imperfección propia del ser finito. Puede producirse por culpa de una acción de omisión libre contra la ley y el de la pena, ambas causales dentro de la justicia y del orden universal.

  No pretendo hoy, aperturar un debate filosófico mucho menos teológico sobre una circunstancia que cubre al país, bajo la acechanza de muestras inequivocas de un ambiente cargado con  evidentes signos de malignidad que pretende cambiar nuestra indiosicracia, cultura, nacionalidad y religiosidad, intentando conducirnos a un nivel de seres autómatas, dóciles, suerte de zombies.

    Toda una conjura contra la ciudadanía, fraguada por los gobernantes. No es que se desconozcan sus derechos constitucionales y universales, sino que de hecho han sido suprimidos. No es solamente que se reprime cualquier gesto que lo confronte, por el choque de intereses políticos, signados por la pasión y el fanatismo de una falsa "ideología", sino que todo es una negación impulsada por bajas pasiones que pretenden conducirnos a un Estado agnóstico.

    Se està privando al ciudadano para ejercer sus derechos,  mutilando los enunciados de la propia constitución, quitando con ello toda oportunidad de la natural divergencia por desacuerdo.

    La pretensión es, alejar al ciudadano de las decisiones trascendentales, para desaparecer el pensamiento contrario, cada día increscendo, para la ejecución de actos de política pública, sin fiscalización ni control, todo como el tema electoral para imponer unanimidad o mayoría absoluta, dando concesiones a algunos aliados circunstanciales que se prestan al juego a cambio de intereses crematísticos.

     Toda una farsa, consagrada en hechos insólitos, únicos en los anales de nuestra incipiente democracia que ahora se ha llamado: " Revolución del Siglo XXI", con ausente sustancia teórica. Para poder consumar tan desdichado intento, están ensayando últimamente el método de la inhabilitación política de sus adversarios. En el últimos de los casos con la candidata, María Corina Machado, han quedado al descubierto ante el paìs que lo repudia y ante el mundo civilizado, que lo rechaza.

     Estos hechos son innegables, permanecen en la conciencia de todos nuestros habitantes, que no pueden oscurecerse por declaraciones de mercaderes de la política, pretendiendo colocar en el altar de la eficiencia la figura de un poder omnímodo con resultados deplorables, traducido en hambre y miseria. Cómo tampoco pueden ser desvirtuados con arengas altisonantes, huecas e insustanciales, realizadas cuando todo bambolea, institucionalidad y finanzas, pretendiendo desviar la opinión pública del desastre cometido, con acusaciones insidiosas, contra quienes se atreven a denunciarlos ante la faz de la Nación que por su patriotismo y devoción a la integridad del paìs, no tienen que cederle el paso a esos fascinerosos. Hecho que tampoco pueden ser desfigurados por las enfàticas declaraciones en que se hacen alardes "revolucionarios" de "tolerancia" con la oposición, ( una acomodaticia) palabras convertidas como un ritual, pero los hechos se encargan de desmentir con resonancia inusitada.

   Estamos presenciando el desbordamiento de un plan siniestro, malevólo, diabólico, maligno, una nueva oligarquía de funcionarios, suerte de facción formada con los más heterogéneos componentes que, como si estuviesen remachados  a los cargos que desempeñan , pretenden mantenerse perpetuamente a su antojo y disfrutar como cosa propia los intereses de la nación. Reflexionando como Hefestos cuando encadenaba a Prometeo, le gritaba que era terrible infringir los mandatos de Zeus, hoy se pretende someter a la población  a la voz del amo y sus capataces, adrogándose un poder de tal naturaleza que solo se asemeja con las facultades omnímodas de comandante de plaza sitiada, de la que disfrutaron los capitanes generales de los peores tiempos de la colonia..

  Los venezolanos tenemos el obligante reto  de enfrentar las fuerzas  del bien contra la pretendida siembra de los cimientos de la maldad.

   Estoy convencido como cristiano comprometido, la existencia de la presencia del mal y combatirlo con las armas que el mártir del Golgóta nos dejó en sus enseñanzas para enfrentarlo.

MAP