POR HUGO R. ARIAS

La mujer venezolana no fue en ningún momento ajena a la lucha por la independencia enfrentando la Monarquía Española, formaron parte de los cuadros patriotas en los poblados y en los campos de batalla, siempre en defensa de sus derechos libertarios, muchas fueron huéspedes de los castillos carcelarios, Luisa Cáceres de Arismendi, orgulloso ejemplo de oposición a la barbarie, encarcelada y torturada en el Castillo Santa Rosa de Margarita; durante el perezjimenismo de los años cincuenta del siglo pasado, la recordada Teodora Salón de Salas, víctima de vejámenes y salvajes maltratos como presa político en la Cárcel de Sabaneta en Maracaibo, hoy lamentablemente la brutal historia se repite, solo que han cambiado Castillo por Cárcel o Centro de Reclusión, es lo mismo, ejemplo la Dra. María Lourdes Afiuni, cumplió con su deber y el régimen, sin razón pero con terror, le arrebató la libertad. Ellas no le temen al miedo ni a la represión, los enfrenta siempre defendiendo su libertad y la del colectivo. En 1944 se producen un sinnúmero de reclamos en favor del derecho al voto para la mujer, el Presidente Isaías Medina escuchó el reclamo y reforma parcialmente la Constitución de 1936, establece el voto para la mujer mayor de 21 años solo para los concejos municipales; luego el 5 de julio de 1947 la Asamblea Nacional Constituyente convocada por la Junta Revolucionaria de Gobierno de 1945 aprueba la Constitución Nacional elevando a ese rango o nivel el derecho al voto para todos los venezolanos mayores de 18 años, sin limitaciones ni discriminación, expresando libremente su opinión para cualquier situación que se le requiriera. Después del derrocamiento de la dictadura militar en 1958 es cuando el mandato constitucional se hace realidad, la mujer por vía del voto ha venido ejerciendo funciones legislativas en todos los niveles de la estructura del Poder Público. En el Proceso electoral de 1988 se produce un hecho inédito, la organización política U.R.D., postula una mujer como su candidata a la Presidencia de la Republica, la Dra. Ismenia de Villalba, convirtiéndose así en la Primera Candidata Histórica a la Presidencia de la Republica, fue una líder política del nivel nacional a tiempo completo, Diputada al Congreso Nacional, formada en la lucha a favor de la democracia en Venezuela a la vez que apartaba tiempo para dedicarlo a su función de madre con hijos que supieron heredarla, después, otras han participado con ideas y proyectos, lamentablemente no han alcanzado lo propuesto, hoy, mi país, tu país, nuestro país, vive una grave o mejor dicho gravísima crisis política y económica, las organizaciones de carácter partidista, tanto las tradicionales como las de nueva data, las gremiales y las sindicales, por solo nombrar estas, viven momentos de dificultades, sus dirigentes han perdido la brújula y hasta el discurso, mucha duda en la credibilidad y ello indica que es necesario un cambio, no por iguales, sino cambiar los que están por mejores, para cambiar de verdad con nuevas ideas, una visión de realidad y mejor dirección. Tanto en el Gobierno como en la oposición se disputan una postulación, aspirantes autocalificados como líderes, estadistas y hasta salvadores del mundo, muchos no inspiran ni un mal pensamiento, los encuestadores dicen que en ese océano se distinguen dos señoras, recorren el país, caminan por Venezuela, se tratan con los de abajo, les ven y aceptan con optimismo, una tiene formación política y experiencia gerencial, conoce la administración pública, hace propuestas factibles y entendibles, la reconocen y creen en ella, promete llegar hasta el final, la otra está en formación, política activa, quiere aprender y el futuro le sonríe, después aparece por segunda vez un humorista con preparación académica y empresarial, la sonrisa y el humor son su fuerte y en ellas pretende apoyarse; el resto requieren salvavidas, están lejos de la costa, el mar picado, pocos saben nadar, esperan un yate de nombre consenso con propuestas solo para ellos. Una de las dos señoras con rostro alegre, optimista, buen verbo, luce desprendida, el pueblo lo sabe y un hándicap que le favorece. Sus adversarios piensan lo contrario, pero no se atreven a enfrentarla, en las noches cuando falla la electricidad, la noche se hace más tétrica, alzan la voz y empiezan a cantar en voz alta para darse ánimo y alejar el miedo que les pone a titiritar. Como diría el maestro Oscar Yánez, Así son las cosas.

Ex diputado del Congreso Nacional, Abogado