Por eso tropezaron con la «piedra de tropiezo» «Ro. 9:33
Miguel Àngel Paz
Quizàs pueda ser etiquetado de iluso o necio, pero sigo afirmando que sólo el hermoso ejercicio de la política auténtica y con ella la revitalización de los partidos de diversos signos acompañados por el calor humano, con ideas y propuestas hacia la conquista del bien común, capaces de ser conducidos con amplitud, equilibrio, tolerancia y entendimiento, pueden reconquistar nuestra ruta democrática desviada
En los últimos tiempos hemos estado entrampados en una controversia y diàtriba inútil que nos han conducido a un escepticismo combinado con un conformismo colectivo que además va sembrando desesperanza. Sin debate de ideas ni propuestas viables y realizables, solo se perciben insultos y descalificaciones mutuas.
La política insurge desde la presencia humana misma..Históricamente se registra la implantación primaria de los partidos conformados por grupos con percepciónes sociales afines con las dos revoluciones inglesas, la primera en 1649 y la segunda en 1688 con la presencia de dos sectores: los monàrquicos y los revolucionarios; sin embargo no es hasta 1789 con la revolución Francesa con la presencia de jacobinos, girondinos montañeses y pancistas que inician incendiarios debates en una Asamblea Nacional Legislativa, escenario que se origina como referente del protagonismo partidista en el mundo. Los primeros como opositores al régimen monàrquico que se identifican con la conquista de una revolución, fueron calificados como de izquierda por su colocación en ese espacio en el salón de sesiones de la càmara mientras los segundos, defensores del sistema reinado, colocados en el lado derecho del recinto, fueron etiquetados como la derecha, mientras que los otros dos factores fueron calificados como centristas dada su ubicación y posición política ambigua. Desde entonces absurdamente se siguen utilizando los vacíos términos para etiquetar a la política y a sus partidarios.
Aquí en Venezuela, el primer partido fundado fue la Sociedad Patriótica en 1810 por los precursores de la génesis de la futura patria entre ellos, Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Francisco Espejo, Miguel Peña entre otros, siendo el primer paso la proclamación de la independencia, luego con el correr del tiempo se conformaron como patriotas adversarios de los defensores de la tiranía españolas, identificados como godos, luego calificados
como centristas y federalistas, posterior en realistas y republicanos, en 1826, tras intenso debate entre los últimos tras una escisión aparecen los separatistas que propiciaban la salida de Venezuela de la Gran Colombia que se concreta con la fundación como República en 1830, posterior en 1836 se registran los reformistas y constitucionalistas. En 1842 aparecen los conservadores y liberales, luego surgieron los Tadeistas y Gregorianos y ya en 1858 lo liberales conforman el partido en el Libertad, que propician contra los conservadores la guerra de la federación en 1859, hasta que con la llegada de Juan Vicente Gómez, que arriba luego enfrentamientos y cambios siempre bajo la batuta de caudillos militares, apacigua con la fuerza de las armas e implanta una férrea dictadura ininterrumpida de 27 largos años (1908-1935), lapso de tiempo que aquellos quedaron extinguidos, salvó un incipiente intento de jóvenes estudiantes que constituyeron en 1918 fugazmente el partido «Los Espartacos», con clara visión marxista, entre ellos Salvador de la Plaza, los hermanos Machado, Gustavo y Eduardo, Andrés Eloy Blanco, Pedro Brito y Pedro Zuluoaga entre otros y en 1925 con una débil estructura el Partido Revolucionario de Venezuela (PRV) tendencia marxista, con la dirección de Salvador de la Plaza, los Machado, Gustavo y Eduardo, más adelante se incorporó Jóvito Villalba.
En 1929 en París presidido por Santos Aníbal Domenecci se registra el partido Junta de Liberación Nacional, marcando pautas para intentar derrocar la satrapía gomecista.
Finalmente y registrado con aparición de su primera célula con vida clandestina, aparece el PCV, fundado el 31 de marzo de 1931, así con registro en Colombia el partido ARDI en 1932.
Luego a la muerte del dictador aparecen el PRP, ORVE, UNE, UNR, BND PDN finalmente en 1941 con la fundación de AD, con intención electorera del gobierno de Isaías Medina, en 1942 registran el PND, le siguen COPEI y URD en 1945, consolidados estos juntos al PCV a partir de enero de 1958, todos con marcadas escisiones con el correr del tiempo que se han originados hasta nuestros días con la creación de nuevos partidos.
Lo importante es destacar que los partidos políticos son los reguladores de la cosa pública en los países civilizados, Venezuela no podía ser la excepción.
También es preciso referir que las generaciones que hicieron aparición desde el período de iniciación de una democracia representativa a partir del 23 de enero de 1958 hasta 1998, conocieron aún con imperfecciones, que es la única vía para dilucidar las dificultades originadas por decisiones políticas con afectaciones colectivas. Es obligante y necesaria el restaurarla con agudas correcciones a la altura de los nuevos tiempos.
Quienes convivimos en esa experiencia, incluyendo cargos de representación popular a diferentes niveles y también experimentamos en esta segunda etapa, sabemos que lo que hoy tenemos no se llama democracia sino un crudo autoritarismo impositivo y arbitrario, siendo el hecho que la democracia llàmese representativa o participativa ( está última de fachada) , no es que existan partidos sino que existan como tales. Pueden existir y no ser sino artificiosos engendros vacíos de contenido popular.
Lamentablemente a partir de 1999 con un ambiente inducido a propósito por la antipolítica para descalificar e ignorar los signos positivos pasados, exaltando los graves errores, hoy los partidos se han convertido en simples franquicias. Unos, opositores sin proyecto de país ni fundamentación de ideales patrióticos han sido utilizados para acuerdos, componendas con dirigencia tarifada financiadas por acuerdos internacionales, desapareciendo la mística y el fervor militante con ausencia de debates, jornadas de formación e ilustración, las posiciones representativas alcanzadas en muchas instancias son logradas en la mayoría de los casos por acuerdos entre si y no por
consultas internas.
Por el otro lado, una fuerza con pretensión hegemónica en un denominado bloque o «polo patriótico» en el que solo se reparte a los partidos aliados al proceso, liderado por el PSUV, (cada día más disminuido con graves fisuras internas)migajas, retazos de cuotas de poder, imponiéndose para los suyos el clientelismo, prebendas, dádivas y cargos sin relevancia, su representación pública es designada a dedo, aún cuando se ensayan falsarias elecciones internas, siempre prevalece el reparto entre la cúpula del poder.
Por ello se convierten en figuras reflectantes de una gran parte del espectro real. De allí que no puede calificarse como democracia por la designación de curules electos fundamentalmente sin representatividad, excluyente, sectaria. Càmara carente de atribuciones , dependiente del Poder Ejecutivo y repleta de parlamentarios dóciles sometidos a deberes de disciplina partidista. Por consiguiente no hay democracia.
Lo definitivo de este engreido autoritarismo traído por la Historia es que, a pesar de todo, no es ni ha sido totalitario en su intención final que, gracias al espíritu libertario que subyace con una enorme fuerza ciudadana conformando una gran mayoría nacional, se aproxima a un desenlace democràtico que habrà de ser auténtico para conquistar una firme fusión dentro un clima equilibrado. Lo importante es evitar que el fruto del cambio no tenga el menor riesgo de ser tergiversado de forma que pueda hacerse presente la continuidad de una inútil confrontación incapaz de evolucionar después del último cuarto de siglo, con retorno conceptual reaccionario, vengativo y medroso capaz de quebrantar la esperanza de un proceso democratizador.
Lo pertinente es saber que imprescindible rescatar una democracia irreversible, soplando todos hacia el mismo viento. Que es importante de saber orientarlo y no conducirnos al rumbo de la bitàcora de los
propios errores .
Por consiguiente es obligante cambiar el infernal modelo partidista de quincalla, con corte leninista de imponer una mayoría sobre una minoría, la dirección lineal, la presencia entronizada de caudillos, megalomanía y engreimientos a diversa escala, viejos y nuevos, deben modernizarse, conquistar una nueva orientación, gerenciando, con planes para la conducción del país, dejar atrás el viejo esquema, pragmàtizado, frío, alejado de la realidad social a la que no ofrecen respuesta mucho menos resultados satisfactorios para solventar esta espantosa crisis que a todos los niveles hoy nos conduce. Para revertirla son necesarios los cauces institucionales adecuados para el funcionamiento de un régimen democràtico, dónde los partidos juegan papel fundamental.
Profesor universitario jubilado, ex parlamentario.
P.D. pido disculpa a mis lectores porque voy ausentarme durante dos semanas para dedicarme a concluir el libro: «Historia Deportiva del estado Falcón en el Siglo XX» el que elaboro en compañía de los Profesores Gilberto Miquilena Quero y Eliécer Ismael Bueno.