Por Enrique Ochoa Antich
Aparte del monumento a la estupidez que fue, la esperpéntica alocución de Ledezma nos permite comprobar, o al menos sospechar con fundadas razones, que el proyecto machadista es una farsa, un embauco para engañar a incautos.
Según las palabras pronunciadas con tan solazado placer por su «canciller» designado, la proclamada adscripción de la candidata Machado a la ruta democrática es tan sólo un truco de prestidigitación… y va siendo hora de que AD, UNT y Capriles lo internalicen así y se preparen para los eventos por venir. Según las negociaciones para la conformación del CNE, los dos primeros parece que ya lo hicieron, y por sus frecuentes declaraciones contra el extremismo y los atajos, parece que el último también. Bienvenida sea la epifanía.
La fábula la conocemos todos (dicen que fue concebida por Esopo), pero vale la pena contarla brevemente para aquéllos que no: un escorpión pide a una ranita cruzar sobre su lomo un río embravecido de una orilla a la otra; ésta se niega pues teme ser aguijoneada por el venenoso arácnido; el escorpión ofrece ruidosas protestas de buena fe; finalmente, la ranita acepta confiada; el escorpión sube a la espalda del anfibio y comienza la travesía; en medio de un riesgoso remolino, el escorpión pica con su ponzoña a la rana; sorprendida, ésta le pregunta por qué lo ha hecho, si muriendo ella, él va a morir también; el artrópodo depredador responde con trágico y resignado candor: «Está en mi naturaleza».
Tal vez porque el cacumen no les da para entender su complejidad, o porque la utilizan arteramente como camuflaje, pero para Machado y Ledezma la ruta democrática no llega a rango de estrategia sino de mera táctica prescindible. Está en su naturaleza. Hoy se vota, mañana no. Se dialoga sólo si el otro se rinde incondicionalmente. Cohabitar, jamás. Se exige que quien hoy gobierna entregue el poder, pero se le ofrece cárcel a cambio. Se piden más sanciones. Se coquetea con un alzamiento militar. Se justifica una intervención militar extranjera en nuestro territorio.
Por eso, la boba proclama de Ledezma revela dónde está ese «final» del que tanto hablan. Cuando el CNE no acepte la inscripción de Machado, la alternativa será la «desobediencia civil» acompañada de una conjura militar. Guaido II. Nada que ver con Barinas 2022. ¿Sustituir a la candidata por otro que cuente con la aquiescencia del régimen chavista-madurista para poder contemporizar y emprender una transición pactada, pacífica, democrática? Parece que no es lo que estos generales de la derrota tienen en mientes.
Algunos amigos que de buena fe apoyan a la candidata Machado suelen asegurarme que ella ha cambiado y que ya no es la maximalista y esencialista que hasta ha poco era, que ya no pide todo y ya, que ahora comprende que hay que negociar y acordarse con la que ha sido definida por ella como dictadura narcoterrorista. Ojalá sea así y yo me equivoque. Pero como dice el refrán popular, el que fue picado de culebra le tiene miedo al bejuco.
Según Mateo, dijo Jesús en el sermón del monte:
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que por sus frutos los conoceréis.
Los venezolanos tenemos ¡un cuarto de siglo! conociendo los malos frutos machadistas que hoy Ledezma, con franqueza bobalicona que se agradece, pone de bulto:
- El golpe militar de Carmona, que regaló a Chávez la Fuerza Armada.
- El paro petrolero, que facilitó la roja paritidización de PDVSA.
- La falsa denuncia de fraude durante el revocatorio, que hirió de muerte la credibilidad en el voto.
- La abstención de 2005, que regaló al chavismo el control absoluto sobre todos los Poderes Públicos.
- El llamamiento a la abstención en 2006 y luego en 2007, que casi impide la victoria opositora en el referendo de reforma constitucional.
- Su juego de para atrás, cuando la oposición ganó las principales gobernaciones y alcaldías en 2008 y 2009.
- La imposición vía hecho cumplido de esa dramática necedad que fue La Salida en 2014 (que costó la vida a 70 compatriotas, mitad del campo opositor, mitad del campo oficialista, y cárcel y exilio a muchos).
- Su incidencia determinante en sacar a la oposición de la exitosa ruta democrática 2006-2015, y arrastrarla de nuevo al extremismo maximalista y esencialista a partir de 2016, con las «guarimbas», la anti-nacional propuesta del TIAR, la babiecada del «abandono del cargo», y el postulado original del «interinato» (estúpido mantra incluido) que no fracasó por falta de coraje según Machado quiere hacer creer, sino por errores evidentes en su diseño (como muchos alertamos en su momento).
Así que, amigos míos que os adentráis en el enmarañado laberinto de la estrategia machadista, permitidme desconfiar.
¿Por qué no dicen de una vez que Machado aceptará que el G4 le designe sustituto en caso de ganar las primarias y no poder inscribir su nombre en la liza de 2024? Sería lo menos que había de exigir un demócrata que se aventure en aquellos pantanosos eriales donde abundan las tentadoras serpientes de la locura y el delirio. ¿O es que se dejaron seducir por los cantos de sirena de la «desobediencia civil» y la conjura militar (a decir del fulano «canciller» de Machado)?
Miren bien, pues así «colaboran» objetivamente con el gobierno de Maduro, para el que ganar con su 30 % (2018) depende de la confusión y el desencanto que provoque en las filas opositoras.
Se está ganando el juego, pero todo se puede perder con una sola mala jugada. ¿Vamos a hacerlo otra vez? Hora de conjurar la maldición de Sísifo y, por fin, dejar la piedra bien asentada en la cumbre.