Armón Vigo ha celebrado la botadura del nuevo buque insignia del Instituto Español de Oceanografía, el Odón de Buen, que situará a este país como referente de la biología marina.
El Odón de Buen ya flota. El Instituto Español de Oceanografía (IEO) ha celebrado esta tarde la botadura de su nuevo buque insignia, con el que aspira a situar a este país como una potencia en los ámbitos de la oceanología, la biología marina y la pesca. El astillero Armón Vigo se encarga de la construcción del barco, que se calcula que esté listo en el 2024. Con 85 metros de eslora, rinde homenaje al fundador del organismo público de investigación de los océanos y cuya figura rememoró Pablo Carrera, jefe de flota del IEO, durante la ceremonia.
El astillero vigués precisó 1.700 toneladas de acero para la estructura del nuevo barco que alberga 240 kilómetros de cable en sus entrañas para tender sobre el fondo marino y analizarlo. Su diseño y construcción es «íntegramente español», según explicó ayer Laudelino Alperi, consejero delegado del mayor grupo naval privado de este país.
Uno de los aspectos más reseñables para el IEO es el tamaño que han ganado para las estancias de sus científicos en alta mar. La eslora del Odón de Buen es casi el doble que la del Ángeles Alvariño (47 metros), su hermano menor aunque más antiguo. Por su grandeza y estabilidad, está habilitado para navegar entre las 200 y 300 millas náuticas, lo que representa otro avance relevante con respecto a los medios actuales de los investigadores marinos, que dependían de las condiciones meteorológicas para trabajar más allá de las 20 millas. El nuevo oceanográfico tiene espacio para equipos multidisciplinares y aparatos de ultrasonido de última tecnología que brindan la oportunidad de fotografiar y escuchar qué ocurre hasta a seis kilómetros de profundidad. También cuenta con un sonar biológico y varias sondas de detección de hasta 11.000 metros.
Botadura del Odón de Buen en la ría de Vigo
Otra ventaja añadida con respecto a la flota actual es la posibilidad de analizar a bordo las muestras marinas, gracias al medio millar de metros cuadrados que atesora. En cubierta, hay 360 metros cuadrados reservados para contenedores que se dedicarán al suministro de material o víveres en las bases antárticas españolas. Igualmente, estas instalaciones abren la oportunidad de realizar operaciones con un vehículo submarino tripulado (ROV) en un futuro.
Armón entregará el oceanográfico con un vehículo autónomo (AUV), es decir, que no está conectado a la plataforma naval por ningún tipo de cable. Diseñado por la compañía noruega Kongsberg, referente en este tipo de tecnologías, puede sumergirse hasta los 6.000 metros de profundidad. Los equipos actuales del Ángeles Alvariño alcanzan los 2.000 metros.
Su autonomía es de 40 días y está impulsado por dos motores eléctricos de propulsión diésel y de 1.700 kilovatios cada uno. También dispone de la posibilidad de navegar a gas aproximadamente siete días (112.000 litros).
El astillero de Vigo de Armón es el artífice de parte de la flota más sofisticada del IEO. Además de este oceanográfico, sus gradas dieron forma al Ángeles Alvariño y a su gemelo Ramón Margalef. Estos contratos «convierten a esta ría en referente mundial de la construcción oceanográfica», agradeció Alperi.
Instituto Español de Oceanografía Marítima