Así lo expresó este sábado el arzobispo de Maracaibo, monseñor José Luis Azuaje Ayala en la ceremonia de bajada de la Chinita.

Maracaibo.- “Las familias están amenazadas por las condiciones económicas, el estrés y los esfuerzos por la supervivencia, la desnutrición cultural y alimentaria. Debemos reorganizar la sociedad en función del bienestar de todos y no de instancias ideológicas (…). José, María y Jesús nos buscan como familia, no como individualidades, nos enseñan a vivir en familia”, expresó el arzobispo de Maracaibo, monseñor José Luis Azuaje Ayala, en la solemne Eucaristía por la Bajada de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, realizada este sábado en la plazoleta de San Juan de Dios.

Acompañado del clero zuliano, diáconos e invitados de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), el prelado recordó que el pasaje sobre la búsqueda de Jesús, que fue hallado en el templo tres días después, es una historia que se repite en cada generación. “Buscar siempre es un riesgo y desafío, pero cuando sabemos lo que buscamos es un valor precioso. Encontrar a un niño de 12 años es un tesoro, encontrarnos como pueblo es un tesoro”, dijo.

Durante la reflexión que hizo en la homilía, dijo que en esta celebración “la Santísima Virgen María baja de su camarín para encontrarse con el pueblo de Dios, que este año pudo venir a la plazoleta. José, María y Jesús nos buscan como familia no como individualidades. Ellos buscan al pueblo de Dios que ha sufrido durante la pandemia, con instituciones que están limitadas para atenderlos. Este significativo encuentro nos lleva al misterio del amor de un pueblo con su madre”.

En la lectura se recuerda además que el niño volvió con sus padres a Nazareth, a la autoridad de su familia, a la casa de encuentro donde cada uno tiene un servicio y es parte de un todo. “La familia es un espacio virtuoso de la sociedad, donde se aprende a valorar al prójimo, se comparte en solidaridad, se nutre el alma y empezamos a socializar”.

Compartió una reflexión del Papa Francisco, en cuanto a que “María sabe transformar una cueva de animales en una casa, con unos pocos pañales y una montaña de ternura. Es la amiga atenta para que no falte el vino en nuestras vidas, es  el corazón abierto con la espada que comprende todo, camina con nosotros y lucha con nosotros, derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios”.

Recordó que “la obediencia nos lleva a razonar e implementar la justicia, enfocada desde el valor de la verdad. Implica ejercicio de análisis de conciencia en valoración moral de aquello que se nos pide. Cuidar es salir para donarnos en atención y asistencia”.

“La devoción a la Virgen María nos enseña que no son mis creencias, necesidades y problemas sino nuestras creencias, necesidades y problemas. El itinerario o la propuesta que Dios ofrece en esta bajada de la Chinita, lleva a pensar en el prójimo, también al discernimiento en favor del servicio a la vida y la familia. Es necesario ser obediente a lo dicho por Pablo: revestirse de misericordia, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, para soportarnos unos a otros, saber perdonarnos, estar agradecidos por lo que somos y sentimos”.

Al concluir hizo un llamado a las autoridades e instituciones a cuidar al pueblo en estas festividades. Mantener las normas de bioseguridad para no sentir lo de hace unos meses, despedir a personas de las comunidades. Bendijo a las familias y oró por todos lo que murieron en la pandemia y los que están en condiciones críticas en centros de salud o en sus casas.

Al ritmo de gaitas de Los Chiquinquireños y en medio de rosas, claveles y calas, descendió el retablo de Nuestra Señora de Chiquinquirá para reencontrarse con su grey y su esposo San José. Tras la salutación del clero zuliano, La Reliquia fue entregada a los Servidores marianos. Devotos se mantuvieron en las adyacencias para saludar a la Reina Morena y encomendarle sus peticiones este año, muchas por la salud, el cese de la pandemia, el reencuentro de las familias y paz para Venezuela.

El manto rosa que lució La Chinita fue diseñado por Juan Carlos Villasmil, quien falleció de Covid-19. Lleva unos bordados en forma de alas y las huellas de manos con las que se honran a los fallecidos y sobrevivientes del coronavirus.

El aforo fue limitado para quienes tenían las dosis completas y funcionarios gubernamentales. No se permitió el acceso de niños por medidas de seguridad. La Chinita hará recorridos en el María Móvil por diversos puntos de la ciudad. Para este domingo sale a la procesión por los pueblos de agua, la cual culmina el próximo 16 de noviembre.

Cortesia: El Universal