Por Enrique Ochoa Antich
Partimos de una hipótesis de trabajo (aún no suficientemente comprobada pero hipótesis al fin): la candidata Machado está reuniendo la mayor suma de respaldo opositor y, según algunas voces, puede ser un fenómeno electoral aluvional como fue Chávez en 1998. Falta mucho trecho por recorrer, claro está. El mismo Chávez se transformó en opción victoriosa sólo diez meses antes de los comicios. Siempre puede irrumpir (¡ojalá!) una alternativa diferente a los dos polos extremos del tablero. Pero aceptemos por el momento la hipótesis del crecimiento machadista y comparemos.
La primera semejanza es ésta: Dos regímenes políticos hegemónicos que entran en decadencia. Dos alternativas de oposición democrática (MAS-Causa R en los 90; AD-UNT-PJ hoy día) que se inhiben y se dejan arrastrar por el extremismo o son incapaces de contenerlo.
Dejado un vacío en el centro, los ciudadanos buscan la referencia más extrema al régimen decadente: un oficial golpista amigo de Fidel, una aristócrata de la derecha neoliberal.
Tal vez se trate de una ley de física electoral.
A mi modo de ver, ambos, oficial y aristócrata, asumen a la política como un embauco, como un acto de prestidigitación para engañar incautos. Blacamanes de la política, para hacer honor al Gabo. Veamos:
- El mito de la (falsa) épica: Chávez es el único comandante que no cumplió su objetivo militar y que se rindió sin un solo disparo, pero es el héroe del 4F; Machado es la guerrera que apoyó un golpe de Estado fracasado, un paro fracasado, una abstención fracasada, una insurrección de calle fracasada, y nada tuvo que ver con las victorias opositoras de 2007, 2008 y 2009 y poco con las de 2010 y 2015… pero es la que anatemiza los fracasos de la oposición desde un púlpito impoluto (llega a la impudicia de criticar el «interinato» con cuyo errado diseño estuvo íntimamente involucrada).
- Ser lo que no se es: ambos, aquél desde la extrema izquierda, ésta desde la derecha, simulan ser de «centro».
- Ocupar el lugar de otro: Chávez usurpó el espacio de la centro-izquierda que el MAS y la Causa R habían construido durante décadas (por errores de éstos, sin duda); Machado simula ocupar el espacio de la 3.ª opción… ¡pero desde el extremo derecho del tablero!
- Los hechos cumplidos: el 4F, por definición, es un hecho cumplido, pero todas o casi todas las decisiones políticas de Chávez lo serán en adelante: es el autócrata electoral perfecto; por el otro lado, La Salida fue un hecho cumplido en contra de la MUD (como lo fue la autojuramentación de Guaidó que Machado apoyó). El «hecho cumplido», sin mediar debate ni consenso, es propio de los extremismos.
- No hay nada peor que esto. Cualquier cosa es mejor (se decía en 1998, se dice hoy): dos caras de una misma moneda, lógica que usó Chávez y usa Machado y que apela al pensamiento más elemental de los ciudadanos. Chávez ya nos demostró que siempre se puede estar peor.
- La venganza, siempre la venganza: apelando a las frustraciones y resentimientos de quienes más sufren, los extremismos (fascismos, comunismos, Chávez, Machado) anuncian el exterminio de sus oponentes («polvo cósmico» y demás perlas) y aceptan un único acuerdo con ellos: su rendición incondicional («sólo negocio la salida de Maduro»).
- Buenos y malos: para el extremista, el mundo se divide entre los que están con él y los que están contra él, ángeles y demonios, negro y blanco, y los que están en el medio, los matices de grises, no existen, son «traidores». Con éstos el tratamiento es el insulto: «Judas», le dijo Chávez a Arias; colaboracionistas y una larga lista de insultos que los extremistas opositores despliegan por las redes (probando que andan mal del alma) contra todos los que no pensamos como ellos. De «escuálidos» a «alacranes» no hay sino el breve espacio en que los dos extremos se tocan.
Las semejanzas son infinitas. Como en el espejo: Chávez y Machado, fiel imagen uno de la otra, pero al revés. Estatismo extremo aquél, privatizacionismo extremo ésta.
Aunque hay una diferencia, tonto error de cálculo que cometen los machadistas: el régimen autoritario de partido-Estado chavista no es tan candoroso como lo fue el puntofijismo de 1998-1999 ni tiene los mínimos escrúpulos democráticos que tenía aquel régimen (al que adversé siempre, dicho sea de paso). Los machadistas llaman al régimen chavista «dictadura». Con más razón para comprender (si el fanatismo no los cegara) que si no es por la fuerza… y Machado intentó la fuerza ¡seis veces! y fracasó… y la oposición no tiene la fuerza para acometer la exigente empresa del derrocamiento del régimen… si no es por la fuerza, repito, entonces sólo queda la vía electoral y pacífica, y ésta implica el acuerdo, el perdón y la reconciliación.
Machado escogió esta vía electoral y pacífica. Debería ser consecuente con ella. A menos que «su» vía electoral no sea sino un camuflaje para tornar por otro atajo a la vía de fuerza, insurreccional, calle, calle y más calle, que dice ella… Pero éste es otro tema y lo abordaremos en un próximo escrito.