En el periodo previo a las elecciones presidenciales de Brasil, muchos temían que un resultado apretado sería impugnado y significaría una sentencia de muerte para la democracia más grande de América Latina.

Sin embargo, hasta ahora se ha evitado que se concreten los peores temores, pese a una victoria del expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva sobre el actual mandatario Jair Bolsonaro, de tendencia derechista, y a las persistentes protestas de algunos simpatizantes de Bolsonaro en todo el país.

Los aliados de Bolsonaro rápidamente reconocieron la victoria de Lula, las fuerzas armadas se quedaron en sus cuarteles y los gobernantes de otros países ofrecieron su apoyo a Lula y cortaron de tajo la idea de cualquier cosa que se pareciera a la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos.

“Todas las válvulas de escape de Bolsonaro fueron cerradas”, comentó Brian Winter, experto en Brasil y presidente del Consejo de las Américas, con sede en Nueva York. “Se le previno desde todos los frentes que no impugnara los resultados y quemara la casa al salir”.

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