Al menos 66 ciudadanos de nacionalidad venezolana permanecen detenidos en Aruba, por intentar ingresar de manera ilegal a esa nación del Reino de los Países Bajos. Llegaron en dos embarcaciones que fueron interceptadas por la Guardia Costera del Caribe Neerlandés, en un lapso de cinco días.

Estas personas pagaron dos viajes clandestinos que salieron desde la Península de Paraguaná, en el estado Falcón, para entrar sin documentación en regla a la isla, reseñó el portal Crónicas del Caribe.

La desesperación de los falconianos, que sufren los constantes sinsabores de la emergencia humanitaria compleja, lleva a jóvenes y padres de familia a buscar alternativas para mejorar su economía. La mayoría son nativos del estado Falcón, unos aspiran a la reunificación familiar y otros persiguen una oportunidad de trabajo para mejorar las condiciones de sus parientes en Venezuela.

Quienes viajaban sin compañía pagaron 600 dólares y aquellos que ubicaban otro pasajero cancelaban 500 dólares. Para lograr completar el dinero, los hombres vendieron sus motos o carros. También hubo casos de personas que recibieron ayuda de sus familiares que ya residen en Aruba.

El viaje estaba planificado desde hace unas cuatro semanas, pero como es costumbre los organizadores del traslado cambian la fecha en varias oportunidades, para que no se filtre la información y evitar la detención en Venezuela.

Un ciudadano oriundo del municipio Falcón, en la entidad homónima, narró las penurias por las que los habitantes de esa zona están atravesando.

“Estamos pasando muchas necesidades, tengo tres hijos y necesito salir adelante. En el pueblo no hay ni agua, estamos hasta 20 horas sin luz, por más que uno lo intenta no sale adelante”, dijo a Crónicas del Caribe el hombre de 31 años, desde el mencionado municipio de la península paraguanera.

Al ser consultado sobre si tenía miedo de sucederle algo al momento de migrar en una embarcación en pleno mar Caribe, respondió: «Más miedo me da que mis hijos se mueran de hambre. Tengo que sacarlos del pueblo porque ni la escuela sirve, hay pocos maestros y el año escolar parece no comenzar».

Crónicas del Caribe