Las bandas del microtráfico de cocaína tienen en vilo a Rosario. Tiroteos entre bandas rivales siembran el miedo entre los habitantes. ¿Cuál es el origen de este fenómeno, y qué lo alimenta? DW consultó a un experto.
La muerte de un niño de 11 años, Máximo Jerez, volvió a conmocionar a Argentina y a atraer la atención sobre los sucesos en la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe, tras la escalada de violencia de los últimos días.
El menor murió el 5 de marzo, cuando jugaba en la calle. Fue la víctima inocente del ataque armado de una banda de narcomenudeo, dirigido a la familia del líder de una banda rival, en la misma cuadra, un presunto jefe del microtráfico de cocaína ligado a Cristian Carlos Villazón, «El Salteño», que está preso por triple homicidio. Esto sucedió en el barrio humilde de Los Pumitas, en Empalme Graneros. Otros tres niños fueron heridos y siguen con pronóstico reservado.
El asesinato del niño fue la gota que rebasó el vaso. Familiares y vecinos indignados atacaron y saquearon la vivienda del Salteño, y destruyeron varios búnkeres y kioscos de venta de droga. La Policía parecía sobrepasada, pero, finalmente, el sospechoso fue detenido y protegido de un posible linchamiento.
Seguir el rastro de la criminalidad de bandas en Rosario en los últimos meses produce cierto vértigo. El 2 de marzo hubo un ataque al negocio de los padres de la esposa de la estrella de fútbol Lionel Messi, Antonela Rocuzzo. Y el 6 de marzo fue tiroteada una escuela, para dejar un mensaje a la conocida banda «Los Monos». En lo que va de este año 2023, se cuentan ya 64 muertes violentas en Rosario, a razón de una por día. Ante el recrudecimiento de la violencia, el presidente argentino, Alberto Fernández, decidió enviar a la Gendarmería Nacional.