El gobierno sociópata de Maduro

Manuel Isidro Molina

La Sociopatía es definida por la Real Academia Española de la Lengua (RAE) como «trastorno de la personalidad caracterizado por comportamientos antisociales», y según especialistas de la psiquiatría sus rasgos, similares a los de los psicópatas, no son menos amenazantes: «tienen una tendencia obsesiva a querer dominar cada persona y cada situación. Esto hace que ejerzan la manipulación, el abuso y la mentira sobre los demás». Además les asignan «desprecio por las normas y los derechos ajenos. Engañan, hieren y manipulan para lograr todo aquello que se proponen». En fin, el sociópata «no demuestra discernimiento entre el bien y el mal e ignora los derechos y sentimientos de los demás».

Así es el gobierno del presidente anti-obrero y anti-popular de Nicolás Maduro, el PSUV, sus satélites y el voraz entorno de testaferros saqueadores del erario. Y más que el «gobierno», lo es también el sistema o régimen podrido y autoritario que le sirve de asiento. En sus diversos altos cargos, hay psicópatas y sociópatas, según se defina mejor a cada individuo; pero en conjunto, el régimen encabezado por Maduro se puede definir como «sociópata», sin exageración alguna.

Comenzando por Maduro, solo su pretención de mantenerse en Miraflores seis años más después del gigantesco saqueo a la nación que con los suyos ha protagonizado desde 2013 hasta hoy, es un rasgo sociopático inocultable: el país destruido, y él pa’lante, de una manera tan cínica y pendenciera, que raya en la sinvergüenzura. Quiere 6 más, para completar 18 años en Miraflores, satisfecho del desastre generado por la naturaleza corrupta y manipuladora de abusar del poder.

¿Qué decir de «Cilita», Jorge, Delcy y Diosdado? Son la tapa del frasco. Y si le sumamos a los magistrados del TSJ, rectores del CNE y titulares del Poder Ciudadano, pues se completa la fotografía de un régimen que viola y constriñe el marco constitucional de la República, posado sobre la pobreza, el hambre, la enfermedad y sus secuelas de muertes prematuras en todos los niveles etarios.

La mayoría inconforme del pueblo venezolano exclama: «No tienen perdón de Dios». La gente empobrecida y traicionada no solo no los quiere sino que los detesta. Pero, como buenos sociópatas no comprenden que se les acabó el tiempo de delinquir y mal gobernar.

Constantemente, han ejercido «desprecio por las normas y los derechos ajenos»:

  • Destruyeron el salario y el sistema de prestaciones y seguridad social de trabajadoras y trabajadores activos, jubilados y pensionados.
  • Desfalcaron y destartalaron la mayoría de la empresas públicas.
  • Saquearon PDVSA y llevaron a mínimo nivel productivo las industrias clave de petróleo, gas y petroquímica.
  • Destrozaron el sistema público de salud.
  • Mantienen en
  • merma el sistema nacional de Educación.
  • Junto con los irresponsables de lo que fue la MUD/PUD generaron el inédito y pasmoso éxodo al exterior de 7,7 millones de compatriotas, casi el 25% de nuestra población estimada en 32 millones de personas.
  • Asaltaron judicial y administrativamente a decenas de organizaciones con fines políticos.
  • Corrompieron a un universo gigante de polítiqueros de oficio, como satélites del PSUV.
  • Financiaron y armaron bajo protección a formaciones criminales parapoliciales, mal llamadas «colectivos», hoy convertidos en mafias opresores del pueblo y los trabajadores de la economía informal.

Por todo eso y mucho más, en verdad, como dice nuestro pueblo, «no tienen perdón de Dios».

Estos rasgos psicopáticos o sociopáticos de estos individuos enfermos de abuso de poder y enriquecimiento ilícito, se han ido extremando. Solo ver las sobre-actuaciones de Maduro y la sobre confianza de sus funcionarios para insistir en el peculado de uso y el derroche de recursos públicos en campaña electoral, basta para convencernos más de la grave inconveniencia de que sigan aferrados al poder: son la destrucción asegurada del futuro de la patria.

Gozan de impunidad total para sus fechorías de todo tipo, incluyendo la represión policíaco-militar y la violación abierta de Derechos Humanos, con la complicidad del podrido Sistema de Justicia, muy a su medida. Esto aumenta su sociopatía, suplantan la realidad y pretenden someter a una mayoría aplastante que los va a derrotar democráticamente, el próximo 28 de julio en la elección presidencial.

La suerte está echada.

manuelisidro21@gmail.com