El 17 de junio de 2007, el profesor escolar Gustavo Moncayo decidió marchar desde su pueblo, en el extremo sur de Colombia, hasta Bogotá para pedir la liberación de su hijo.

Diez años antes, Pablo Emilio Moncayo, entonces un cabo del ejército de 19 años, fue capturado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en una emboscada que dejó 10 soldados muertos y 18 secuestrados.

La caminata del desesperado «profe Moncayo», con sus manos atadas por cadenas y una camiseta blanca con una foto de su joven hijo, conmovió a los colombianos, que siguieron por los medios de comunicación cada paso de los mil kilómetros de recorrido.

El modesto profesor de Geografía, que después de la llamada «caminata por la paz» se reunió con presidentes y organizaciones de todo el mundo, se convirtió en un símbolo del dolor que sufrieron millones de colombianos en esos años, los peores de una guerra de 60 años.

El martes, el profesor Moncayo murió a sus 69 años por un cáncer de hígado.

Tras unos años viviendo en Canadá, donde se asiló por amenazas, el profesor volvió el año pasado a Colombia con la esperanza de recibir un trasplante, ser reparado por los hoy desmovilizados líderes de las FARC y participar de los juicios que esperan encontrar la verdad sobre el conflicto.

Moncayo no pudo cumplir sus últimos cometidos, pero su recuerdo como ejemplo de reconciliación en un país traumatizado por el secuestro es lo que millones recordaron este martes.