Brasilia (EFE).- El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien aspira a ser reelegido el próximo domingo, quemó este martes algunos de los últimos cartuchos de su campaña en la tierra del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en todos los sondeos.
En plena recta final para las elecciones, Bolsonaro se dirigió a Petrolina y Juazeiro, ciudades enclavadas en el corazón del noreste del país, una región en la que Lula tiene su mayor fortín electoral y donde el antiguo sindicalista nació hace 76 años.
El líder de la ultraderecha volvió a mostrar su innegable poder de convocatoria, movilizó a miles de personas, encabezó unas grandes caravanas de motos, se mezcló entre sus seguidores y hasta se montó en un cebú ataviado hasta en los cuernos con símbolos de su campaña, con los colores verde y amarillo de la bandera nacional.
«Nuestra bandera jamás será roja», corearon miles de personas en sendos actos, en los que Bolsonaro volcó su retórica anticomunista y exaltó los «valores conservadores» que defiende y resume en el lema que ha adoptado para esta campaña: «Dios, patria y familia».
También volvió a subrayar que su Gobierno «no admite discutir la legalización del aborto y las drogas y no admite la ideología de género», marcando así unas alegadas diferencias con Lula.
«Es todo lo contrario de lo que el ladrón quiere», declaró, pese a que el programa de Gobierno presentado por Lula no habla de aborto ni de drogas, aunque sí propone promover la igualdad de género.