Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, todos con uniforme militar, permanecieron el viernes durante 15 minutos junto al féretro de su madre Isabel II en la sala más antigua de Westminster Hall, sin interrumpir la presentación del cuerpo al público. La larga cola para dar el último adiós a la soberana siguió creciendo, con más de 24 horas de espera.

Paciencia en Westminster Hall. Mientras muchas personas anónimas desafiaban una larguísima espera para saludar a la querida Isabel II antes de su funeral, los cuatro hijos de la soberana, incluido el rey Carlos III, permanecían junto a su féretro en Londres el viernes 16 de septiembre

Carlos, Ana, Andrés y Eduardo permanecieron de espaldas al féretro, envuelto en el estandarte real y adornado con la corona imperial, sobre un imponente catafalco en la sala más antigua del Parlamento británico, Westminster Hall, durante quince minutos.

Ya habían hecho lo mismo el lunes en Edimburgo, donde llegaron los restos de la soberana tras su muerte en su finca de Balmoral (Escocia) el 8 de septiembre.

Para la ocasión, Andrés, despojado de sus títulos militares tras un escándalo sexual, pudo vestir el uniforme, al igual que sus hermanos.

Durante esta solemne «vigilia de los príncipes», una tradición que se remonta a la muerte del rey Jorge V en 1936, la multitud pudo seguir desfilando ante el féretro, como ha hecho en un flujo continuo desde el miércoles por la tarde.