«Hermanas y hermanos venezolanos, les escribo esta carta después de una profunda reflexión realizada ante el Nazareno de San Pablo, en una visita que mantengo como tradición familiar heredada de mis abuelos maternos. Hablo con ustedes desde el corazón y desde la conciencia. En estos tiempos difíciles para nuestra patria, muchos sienten que la mentira ha vencido, que el futuro fue arrebatado. Pero yo les digo: no está perdido lo que aún se sueña y se construye con verdad y esperanza!», afirmó el excandidato presidencial y líder del partido La Alianza Lápiz, Antonio Ecarri.
En un mensaje difundido a través de sus redes sociales agregó que «con el alma herida pero firme, me conmueve el dolor de nuestra tierra: de nuestros niños sin hogar ni escuela, de los abuelos sin una pensión digna ni acceso a un sistema de salud mínimo, y muy especialmente por la terrible situación de xenofobia que enfrentan nuestros hermanos venezolanos en el exterior. Sin embargo, me sostiene la fe, esa que levanta a los pueblos cuando parecen caer».
«Somos hijos de una nación digna, forjada en la lucha por la libertad, en la esperanza de justicia, en el sueño de una nación que, en todas las etapas de su historia, logró reconstruirse. Sin embargo, el sueño compartido de tener una patria unida y próspera está secuestrado por la mentira, la imposición y la tristeza que se apodera del alma nacional. Pero no todo está perdido. Mientras haya corazones que crean, que resistan y que siembren, Venezuela tiene futuro», destacó Ecarri.
Más adelante subrayó que «en los últimos tiempos hemos visto una vez más cómo se debilitan las instituciones y se desoye la voluntad de cambio del pueblo venezolano. Las elecciones del 28 de julio no ofrecieron una salida a la crisis democrática; al contrario, la profundizaron. Lo denunciamos, no por ambición, sino por justicia. Porque el poder no se busca, se recibe como encargo para servir. Y si ese encargo no es transparente, hay que alzar la voz. Algunos de los que alzaron su voz hoy no pueden expresarla, pero un sentimiento popular de descontento y de protesta se hizo sentir, y con fuerza. Hoy el pueblo sigue aquí. Y también aquí seguimos nosotros».
«Como movimiento inspirado en los valores del cristianismo, nuestra vocación es servir desde la verdad, la solidaridad y la justicia. Creemos que toda acción política debe poner en el centro la dignidad de la persona humana y el bien común. No nos mueve el resentimiento ni el deseo de venganza, sino la convicción de que la reconciliación comienza por la verdad, y la verdad libera», indicó el líder de Lápiz.
Asimismo alertó que «Venezuela necesita, urgentemente, reencontrarse en el perdón. No hay futuro si nos quedamos atados a los odios del pasado. Este es el tiempo de un gran pacto nacional de concordia, donde todas las voces sean escuchadas, donde las heridas comiencen a sanar y donde el pueblo pueda construir un nuevo comienzo sin exclusiones ni revanchismos. Solo así podremos transitar juntos el camino de los cambios profundos que anhelamos: con justicia, sí, pero también con misericordia, con verdad y con respeto».
Más adelante denunció «asimismo, rechazamos con claridad la política xenófoba contra los venezolanos y las sanciones económicas unilaterales que pesan sobre nuestra nación. El pueblo venezolano no debe seguir pagando los platos rotos de un conflicto político ya gastado, que hoy no nos lleva a ninguna parte. Sanciones y bloqueos solo profundizan el sufrimiento de los más pobres y vulnerables. Levantar esas cargas es un acto de humanidad y justicia. No se puede construir democracia sobre la pobreza y la escasez. Urge crear mecanismos transparentes, para garantizar que los ingresos que reciba el Estado nunca más caigan en el terreno de la corrupción y la oscuridad, gobierne quien gobierne».
«A los que hoy se sienten solos, les digo: no están solos. A los que sienten que todo está perdido, les digo: aún hay esperanza. Esa esperanza nace de lo pequeño: del maestro que sigue enseñando sin salario digno, del joven que estudia para reconstruir el país, de la madre que alimenta con amor a su familia con lo poco que tiene. Esa esperanza es semilla que pronto va a germinar y, como enseña el Evangelio, las semillas crecen en silencio, pero llegan a ser árbol que da sombra y frutos que nos alimentan», indicó.
Sobre la base de esta realidad subrayó «invito a todos los venezolanos de buena voluntad a volver la mirada al país que podemos construir juntos: una Venezuela donde haya pan y dignidad, trabajo y libertad, reconciliación y justicia. Donde cada ciudadano pueda participar sin miedo y cada voto valga lo que vale una conciencia libre. No pedimos privilegios, pedimos democracia. No exigimos unanimidad, proponemos unidad en la diversidad».
«Por eso, desde El Lápiz, reafirmamos nuestro compromiso con una política distinta: honesta, humilde y servicial. Una política que no niega a Dios, sino que se deja inspirar por Él. Una política que busca restaurar el alma del pueblo, no manipularlo», señaló Ecarri.
«Como nos recuerda el Papa Francisco: ´La esperanza no defrauda´. Por eso seguimos caminando. Con ustedes. Por ustedes. Para ustedes. Cuidar la dignidad de los venezolanos «no es solo un deber: es una urgencia moral que nos une. Viva Venezuela. Que Dios y su expresión hermosa del Nazareno de San Pablo nos bendiga y ayude a superar esta crisis, desde los valores humanos de nuestro pueblo siempre esperanzado», agregó.
Para finalizar destacó que «la esperanza, como nos dijo San Juan Pablo II, no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, pase lo que pase».