Dentro del comando de campaña de María Corina Machado, la jefa de campaña Magallí Meda piensa en estrategia y comunicación, mientras Henry Alviárez piensa en política. Juntos, afirma este último, forman una dupla efectiva. Pero su trabajo implica hasta ir al volante cuando María Corina Machado transita carreteras para visitar poblados y hablarle a su electorado.
El abogado larense es el coordinador de organización de Vente Venezuela y del comando de campaña de la candidata presidencial de la Plataforma Unitaria opositora, un político que comenzó por la actividad gremial y luego pasó por las filas de Primero Justicia hace casi dos décadas para luego incorporarse al partido del «Hasta el final» en 2016.
Su experiencia partidista, así como haber encabezado dos campañas electorales propias (para gobernador de Lara en 2004 y para alcalde de Palavecino en 2008), le permite saber que para ganar con votos hace falta más que voluntarismo, discurso y propaganda. Especialmente en un país que ha perdido población, desmotivado a su electorado y no tiene votaciones plenamente libres y democráticas.
«Hay que entender que el problema no es el voto, sino el sistema. Si la supuesta democracia no está dando resultados y el ejercicio del gobierno no trae beneficios, obviamente el voto como instrumento se debilita. Nosotros planteamos que necesitamos cambiar el sistema. Por eso decimos que esta es una lucha existencial», dice Alviárez en entrevista con TalCual.
Desde la sede de Vente Venezuela, en Caracas, Alviárez afirma que su partido se ha organizado para afrontar el escenario presidencial de 2024, especialmente porque «mientras otros estaban entretenidos con la Asamblea Nacional (de 2015) y otras cosas, nosotros priorizamos lo de captar y formar jóvenes en todo el país. Creo que tenemos la mayor fuerza joven en la oposición». Aun así, admite que «no es suficiente» debido a la gran apatía en las nuevas generaciones, «en el marco del desgaste de la sociedad venezolana».
-¿Cómo es el músculo electoral de Vente Venezuela si no ha participado en una elección nacional?
No hemos ido a una elección tutelada por el CNE y siendo protagonistas. Pero fuimos a la primaria opositora, donde la parte organizacional mostró efectividad a pesar de fallos, tropiezos y obstáculos. Si bien es cierto no hemos participado como protagonistas en elecciones, sí hemos acompañado procesos. Por ejemplo, muchas de nuestras estructuras fueron a las parlamentarias de 2015, y en Monagas salió electo Juan Pablo García y en Anzoátegui, Omar González.
-¿Quién encabeza la coordinación electoral?
La coordina Humberto Villalobos, nuestro técnico electoral. Allí hacemos ingeniería electoral no solo para saber dónde está la fuerza opositora sino para analizar las estrategias del adversario. El oficialismo busca crear conflicto donde tenemos más potencialidad y apuntar a los espacios donde sienten que la oposición no tiene acceso a la mesa (de votación). Por eso ves los cambios bruscos y arbitrarios del CNE en cantidad de centros y mesas, y dónde las ponen.
-¿Cómo lograr el 100% de testigos esta vez, pero de verdad?
-Primero, quitándole el monopolio a los partidos. Los partidos deben ser soportes pero no tener hegemonía de la organización de este proceso. Hay que darle fuerza a la gente, con los Comanditos, por ejemplo, que no dependen de estructuras partidistas. Que no haya recursos significa que se des-clienteliza la política.
Los procesos electorales se convirtieron en zafra para la dirigencia política, se traducían más en un negocio del día que un propósito mayor. Los dineros se repartían entre políticos y no se invertían en el proceso mismo. Hubo políticos que no se preocuparon en ser gobierno. Eso pasó a todo nivel, en lo más alto pero también aguas abajo. Despartidizar es desmercantilizar la política. En las primarias casi no gastamos recursos porque cada quien colaboraba con lo suyo. Lo otro es que la cantidad de problemas de luz, agua, gasolina y demás fallas antes que ser un factor inhibidor de participación, se convierte en un factor de movilización porque la gente sabe que si no salimos de la crisis no tendremos mejor calidad de vida.
-¿Qué diferencia a Vente de otros partidos en cómo ve el asunto electoral?
-La diferencia es el tecnicismo. En Vente tenemos un diagnóstico claro a través de la tecnología para saber dónde está la fortaleza y las debilidades, y tener un mapeo claro de dónde está ubicado el opositor. También un cambio de conciencia: los partidos convencionales hablan de comités de base vinculados al partido, nosotros hablamos de colegios ciudadanos donde hay gente del partido y quienes no lo son pero inciden en su comunidad. Allí tratamos de involucrar a la fuerza política con la fuerza ciudadana.
-¿Decir que en dictadura no se vota fue un error?
-No. En su momento había otros mecanismos para caminar a una transición. No se pudo. Hemos intentado de todo y la sociedad lo ha respaldado: protestas, interinato… Pero se equivocaron los conductores. El interinato fue apoyado por 60 países y una socidad en la calle, pero se cometieron errores profundos.
Eso hace que nos pongamos reflexivos sobre una nueva etapa de lucha, asumiendo que hemos cometido errores, obviamente.
-¿Cuáles?
-A veces no decir las cosas que debían decirse por mantener el fetiche unitario, aunque hubo espacios de discusión interna donde sí planteamos nuestras inquietudes. Nosotros nos salimos de la MUD cuando vimos que se vulneró el mandato del 16 de julio de 2017. Creo que hicimos lo que teníamos que hacer pero no fuimos lo sifucientemente contundentes.
-¿Algún otro?
-Creo que también creer en la fortaleza de la comunidad internacional. Quisimos apostar más a las voces de afuera que a las voces de adentro. Eso debilitó a todos los liderazgos. Luego eso nos hizo mirar nuestra política y cambiar a la idea de construir fuerza interna, con necesidad del acompañamiento internacional pero sin sobreestimarlo.
-¿Qué dificulta alcanzar 600 mil testigos?
-Formar con tan pocos recursos a tanta gente. No tenemos recursos. Esta es una campaña con una austeridad absoluta, que depende más del aporte ciudadano. El acoso del régimen, claro. Nosotros no podemos realizar actividades prácticamente en sitios cerrados porque después los castigan, y eso genera autocensura en esos posibles proveedores. Siento que el tema es de adiestramiento. No es tener 600 mil, pues creo que puede llegarse a más, es tenerlos adiestrados de cara a los retos y exigencias del día D.
Adiestramiento que exige también personas dispuestas a enfrentar arbitrariedades e incluso posible violencia…
-No solo eso. El atropello del Plan República, de funcionarios del CNE mismo. Esto se puede mitigar con el acompañamiento ciudadano. Si en un centro de votación hay 100 ó 200 personas de la comunidad, es muy difícil que haya excesos allí. Se puede reducir el riesgo. Allí está parte del adiestramiento, cómo hacemos que los vecinos se involucren en el proceso para no dejar solo un centro.