En un gesto sorpresivo antes del final de la Misa en el Steppe Arena de Ulán Bator, el Papa Francisco hizo que se acercaran el cardenal Tong Hon y el futuro purpurado Chow, pastor emérito y actual de Hong Kong: «Deseo al pueblo chino todo lo mejor y que progrese siempre». Y un llamamiento a los católicos: «Sean buenos cristianos». Unos doscientos peregrinos chinos viajaron a Mongolia para ver al Obispo de Roma: «Sus palabras refuerzan la unidad»

“Estos dos hermanos obispos, el emérito de Hong Kong y el actual obispo de Hong Kong…”

La Misa en el Steppe Arena de Ulán Bator casi había llegado a su fin, donde se hizo el silencio cuando el Papa, extendiendo los brazos, antes de pronunciar su agradecimiento al cardenal Giorgio Marengo, hizo que se le acercaran John Tong Hon y Stephen Chow, el emérito y el actual obispo de Hong Kong, este último cardenal designado que recibirá la púrpura en el Consistorio el próximo 30 de septiembre.

Francisco tomó las manos de ambos, presentes estos días en todos los actos del viaje a Mongolia, y estrechándolas dijo con sus propias palabras: «Quisiera aprovechar su presencia para enviar un cordial saludo al noble pueblo chino. A todo el pueblo le deseo lo mejor, y que siga adelante, siempre progresando».

El silencio fue roto por un coro de «¡Viva el Papa!». Las primeras en lanzarlo fueron dos mujeres de las gradas procedentes de Hong Kong que ondeaban la bandera roja de China. Mirándolas a ellas y a los cerca de doscientos chinos que habían llegado a Ulán Bator en tren, avión y coche desde China continental, pero también desde Macao y Taiwán, el Papa hizo un llamamiento a todos los creyentes del país asiático.

“Y pido a los católicos chinos que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos. A todos”