Gracias a una poderosa ofensiva y un gran pitcheo que fueron las claves para la consecución del título número 21 en la historia del equipo con más campeonatos en la pelota venezolana.
Su principal arma durante toda la temporada fue la ofensiva, siendo el conjunto que mejor bateó en la ronda regular con un impresionante bateo colectivo de .299, líderes de la liga en hits (582), cuadrangulares (58), extrabases (168), impulsadas (326), bases alcanzadas (873), SLG (.449) y OPS (.824).
En la semifinal fue la misma historia con su ofensiva, misma que se mantuvo intratable con .295 de average colectivo, segundo del todos contra todos, solo siendo superados en esa instancia por la ofensiva de los Tiburones de La Guaira.
Bates claves como el de Freddy Fermín, Jugador Más Valioso, quién no pudo continuar en instancias decisivas, se pudo de alguna manera suplir con las grandes actuaciones de José Rondón, Oswaldo Arcia, Harold Castro e Isaías Tejeda.
Sus dos escogencias en el draft de sustituciones, Alí Castillo, quien rompió el récord de imparables para un melenudo en postemporada, con 35 imparables, y Silvino Bracho, quien como de costumbre, estuvo intratable, con cinco rescates con el uniforme capitalino.
Otro de sus fortalezas que los llevaron al título, fue su gran pitcheo, segundo en la ronda regular con 4.38 de efectividad colectiva en la ronda regular, estuvo un poco empañada en el Round Robin, pero pudo retomar un poco la senda en la final para responder en encuentros finales.
La carta de presentación de sus abridores fue el experimentado Jhoulys Chacín, quien se creció en la postemporada, especialmente en la serie final, para acreditarse dos triunfos que encaminaron la serie para su equipo y dejando efectividad de 3.38 en la serie decisiva.
El relevo estuvo comando por la experiencia de Miguel Socolovich, acompañado de un gran Ricardo Rodríguez, José Mujica, Yoimer Camacho y Silvino Bracho, quienes comandaron un relevo que mantuvo diferencias para concretar victorias importantes.