MIAMI (AP) — El Banco Interamericano de Desarrollo elegirá el domingo un nuevo presidente en momentos en que la región necesita ayuda financiera para aliviar el crecimiento de la pobreza y salir a flote de una de las peores crisis económicas de su historia.

Y después de una breve pausa en manos de Estados Unidos, su nuevo líder sería nuevamente latinoamericano.

Con préstamos anuales por cerca de 14.000 millones de dólares, el BID es la mayor fuente de financiamiento de la región y el cambio de riendas es clave para que vuelva a poner su mirada en Latinoamérica tras dos años de haber sido presidido por el estadounidense Mauricio Claver-Carone, quien fue despedido en medio de un escándalo por violaciones al código de ética.

Cinco candidatos se disputan la presidencia, uno de ellos mujer: la argentina Cecilia Todesca Bocco, el brasileño Ilan Goldfajn, el chileno Nicolás Eyzaguirre, el mexicano Gerardo Esquivel y Gerard Johnson, de Trinidad y Tobago.

A diferencia de la postulación de Claver, que fue vista por muchos como una apuesta política del por entonces presidente estadounidense Donald Trump, ahora los nominados son economistas con trayectoria y experiencia técnica en puestos de liderazgo, tanto en gobiernos como a nivel internacional.

“Es una señal que los gobiernos de la región toman al BID como un instrumento importante y que quieren una profesionalización y una dedicación a la misión del banco”, expresó a The Associated Press Amanda Glassman, vicepresidenta ejecutiva del Centro para el Desarrollo Global (CGD, por su nombre en inglés).

Todesca, una economista que estudió en la Universidad de Columbia, se desempeña como secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería argentina y también fue subdirectora de gabinete. Goldfajn dirige el Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI) -ahora de licencia por su postulación-, ha sido presidente del Banco Central de Brasil y trabajó como consultor del Banco Mundial.

Eyzaguirre también se desempeñó como director del FMI para las Américas y fue ministro de Hacienda de Chile, mientras que Esquivel es el subgobernador del Banco de México y se ha desempeñado como consultor del Banco Mundial, el BID y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Por su parte, Johnson estuvo anteriormente en el BID.

El nuevo líder deberá asumir sus funciones en un organismo que quedó desmoralizado con la gestión y salida de Claver después de que una investigación externa determinó que favoreció a una colaboradora de alto rango con la que sostenía una relación amorosa.

La situación externa tampoco es alentadora.

Cuando Latinoamérica parecía empezar a recuperarse de la peor crisis económica en más de un siglo provocada por la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania cambió las perspectivas y empañó nuevamente el escenario. Las tasas de interés subieron dificultando el acceso al crédito, la inflación se disparó y la actividad económica se desaceleró a nivel mundial.

La pobreza y la desigualdad social se han expandido y hay advertencias de organizaciones internacionales como el FMI y el Banco Mundial para que los gobiernos les den prioridad antes de que empeoren las tensiones sociales.

Los candidatos son conscientes de ello. Saben también que la coyuntura aumentará la demanda de financiamiento al BID a tasas de interés más accesibles.

“Necesitamos una institución que se ocupe de la pobreza, la inequidad y la inseguridad alimentaria”, expresó a AP Goldfajn al delinear sus prioridades en caso de llegar a la presidencia del banco. Mencionó también el cambio climático y la inversión en infraestructura física y digital. Con diferencias de matices, la gran mayoría de los candidatos coincide.

Para que la Asamblea de Gobernadores que elegirá al nuevo presidente se realice, es necesario que los países presentes representen el 75% de la inversión del banco.

Un candidato debe obtener la mayoría del poder de voto de los países miembro para poder ser elegido. El poder de voto varía según la cantidad de acciones que posee cada nación. El mayor inversionista es Estados Unidos, que con el 30% del total de los fondos tiene un papel clave en la elección. Le siguen Argentina y Brasil, con el 11,3% cada uno. México representa casi el 7,3%, Japón el 5%, Canadá el 4%, Venezuela el 3,4% y Chile y Colombia el 3,1%. El resto se divide en pequeños porcentajes de varias naciones.

Cualquiera que sea el elegido para el mandato de cinco años, existe coincidencia en que el BID cambiará su foco de atención y volverá a mirar más a las necesidades de Latinoamérica y el Caribe, tal como fue la intención al ser creado en 1959.

“La lógica es que se regrese a la normalidad”, expresó a la AP Gaspard Estrada, director ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC) de Sciences Po, en París. “Habrá de nuevo un latinoamericano o una latinoamericana a la cabeza del BID y eso es fundamental para reestructurar, para volver a tejer acuerdos, construir consensos, bajar la polarización política y armar acuerdos que permitan avanzar y sobre todo financiar el desarrollo”.

En una región con grandes disparidades políticas y brechas económicas que se manifiestan en necesidades diferentes para cada gobierno, la comunicación con los distintos actores es una prioridad.

“El liderazgo en los próximos años se centrará en generar consenso” a distintos niveles, tanto con los países miembros como con el personal, dijo Eyzaguirre tras explicar que mientras fue funcionario en Chile pudo generarlo aún en momentos en que parecía imposible.

Uno de los grandes desafíos es conseguir dinero para financiamiento. Durante años se habló de la importancia de aumentar el capital del banco para poder tener más líneas de crédito. Los candidatos son conscientes de que será una tarea cuesta arriba y prefieren focalizarse primero en lo que hay.

“Lo que primero tenemos que hacer es evaluar cuidadosamente lo que estamos haciendo. No tiene mucho sentido incrementar los recursos si no vamos a usar los recursos que ya tenemos de manera efectiva”, expresó Esquivel tras enfatizar también la posibilidad de aumentar los recursos provenientes del sector privado. Después, dijo, se podrá discutir el aumento de capital.

Para Johnson, “el BID tiene todo lo necesario para enfrentar una crisis como la actual” ya que no sólo aporta dinero sino también experiencia y asistencia técnica. Remarcó, sin embargo, que es necesario un proceso de reformas internas.

Todesca por su parte, cree que Amárica Latina tiene una oportunidad en este momento de crisis económica internacional. “Es una zona de paz, que dialoga, y es una región que tiene alimentos, energía, minerales estratégicos, capacidades científicas y tecnológicas y mucha gente joven”, expresó. “Hay una oportunidad en la reconfiguración de las cadenas de valor”.

AP